Hacia 1840
La Isla de Cubagua se convirtió tanto en Italia como en España en el objeto de numerosas empresas comerciales. El historiador Benzoni, nos dice Humboldt, relata sobre un Ludovico Lampagnano, al que Carlos I le dio el privilegio de ir a la costa de Cumaná con cinco carabelas para pescar perlas. Los colonizadores lo devolvieron diciendo que el rey no tenía qué decir allí, que las ostras vivían en el fondo del mar.
Infanta Isabel Clara Eugenia y perlas...¿serían de Margarita? Muy probablemente
Pero la pesca comercial de perlas en Venezuela colapsó a finales del siglo XVI y ya para 1633 había desaparecido del todo. Como los venecianos podían imitar las perlas verdaderas y los diamantes pulidos se convirtieron en joyas populares, la pesca de perlas dejó de ser rentable en Cubagua. La explotación también colapsó, como agrega Humboldt, porque la extracción excesiva impedía que las almejas se reprodujesen. Mientras que en la isla de Ceilán se permitía la pesca un solo mes al año, en Cubagua se pescaba todo el tiempo.
"Para tener una idea de la cantidad de estos animales que sacaban los buceadores, hay que tener en cuenta que cada navío cargaba más de 35000 moluscos en 2 a 3 semanas. El animal vive solo nueve a diez años y las perlas apenas aparecen en el cuarto. En 10000 moluscos muchas veces no se halla ni una sola perla preciosa".
Cuando Humboldt llega a América solo se explotan las perlas de manera comercial en Panamá y Río de Hacha, ya no en Cubagua o Margarita. Humboldt dice que en su tiempo los pescadores en Venezuela comienzan a ver de nuevo moluscos en las redes, pero las perlas son pequeñas y sin mucho brillo. El precio en tiempos de Humboldt es de apenas una piastra la docena.
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